Bajo el
sol que surge y que lastima
van
los
otros en los buses,
con sus
tácticas
de duelo.
Van
los
perros,
pronto macheteados
en las
esquinas
tan groseras.
Los
tiernos
cancerosos,
emitiendo
ya
su otra
espuma.
Y las
violadas,
polinizadas
por la larga
larva del olvido.
Y los
epígonos
rabiosos
de aquellos
carniceros,
de los cuales hablan
las noticias.
Y
vemos
a esos
hijos
de nadie
construir
edificios
a los cuales
nunca van a entrar.
Monumentales
edificios
que se caen,
al atardecer,
y
vuelven a erigirse
por la
mañana,
bajo el
sol que surge,
y que lastima.
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