Es hora de moverse.
Hemos crecido ya.
Ya no somos aquellos
que vivían en el hígado
último de un perro.
Que se pudrían día a día
entre ostras y cangrejos.
Los verdaderos gallos sangrantes.
Los que jugaban todo el tiempo
con los garbanzos de la locura.
Es tiempo de pasar a otra cosa.
¿Si vamos a estar bien?
No lo sabemos.
No lo podemos saber.
Pero menos lo sabremos
si nos quedamos aquí.
Adiós a los cuartos.
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