El blusero toca para su propia muerte

Buenas noches.

El blusero de camisa blanca
toca para su propia muerte,
ahora y antes
va tocando una íntima rapsodia
para su propia defunción,
en lo confidencial de la oscuridad,
dice hola a su sangre que sale.

Qué rico este sonido que nace por asfixia,
haciendo confesiones
que todos sienten,
que todos están sintiendo.
Sí, qué rico este blues
que no miente,
ok,
que nos acerca a la felicidad
del resentimiento, 
ok,
que no avisa,
ok,
solo desgarra y lamenta,
ya habrá tiempo para no llorar.

Pero ahora el blusero toca
la vasta pentatónica
del inagotable samsara,
mientras dice lo inviolable:
sin blues el mundo es más triste,
y más triste,
y más triste,
es aún más triste,
es una raíz infinita de tristeza,
una polución de ruiseñores
sangrados,
sin blues, y sin una mujer como la que tuve.
¿Lo sientes nena?
¿Lo estás sintiendo?

Los negros están pálidos,
porque ya la noche ha entrado
por completo,
y a esta hora
hay una ruta por donde los chavos malditos
y los bastardos sin nadie caminan,
para honrar al blusero muerto
que toca por ellos,
y es posible que nunca más hablen
después de ver cómo vibran esas cuerdas
en la selva bermeja de los cuartos solos.
¿Ya lo sientes nena…?

El blues es de todos
pero especialmente
de los muertos,
de los que no pueden dormir
en la noche de los muertos,
de los patriotas del insomnio,
de los que queman las bujías
en las fogatas sin proa,
mientras son otros quienes hacen dinero,
y son otros quienes escriben
novelas que a todos gustan,
y el tren lleva al norte
a otros que no se quedaron
en la frontera de las oportunidades,
y que dormirán en menos secos jardines.

Pero el trabajo del blusero
no es tocar para 
los suertudos,
los oligarcas,
y los vertebrados,
la línea de trabajo del blusero
es morirse prematuramente 
tocando
para personas reales y no de aserrín,
es traficar notas para los molidos a palos,
en un mayo 
en donde ya todas las tortillas
negras se han acabado.

Si estás muerto, aplaude.

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Maurice Echeverría ha publicado los libros de poemas Encierro y divagación en tres espacios y un anexo (Editorial X, 2001), y en formato blog los libros Plegarias Mutantes (Zanate, Guatemala, 2008), Setenta y dos ángeles tullidos (Zanate, Guatemala, 2008), La glándula infinita (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2008), Los poemas de Saffron Lane (Zanate, Guatemala, 2008), La oreja en tu mano (Zanate, Guatemala, 2009), y Zona 3 (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2010). Ganador del Premio Federico García Lorca de Poesía 2006, convocado por el Centro Cultural de España en Guatemala.
 

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