Tres

“Toda vida verdadera es encuentro.”

Martin Buber


Hacia adentro, hacia fuera, hacia arriba: todo junto.
Viniste al mundo a vivir, y vivir es cuidar la triple relación.
La esencia del existir es un diamante hecho de tres diamantes,
de tres presencias constructoras, de tres autenticidades,
de tres eslóganes, de tres hachazos, de tres delirios.  
Cuando descuidas la triple relación, el sentido sangra.
Es así de sencillo, así de obvio, así de evidente.
No hace falta ser un exquisito, un maldito iluminado.
Por tanto no codifiques más, no te hundas en los símbolos sin fin.
Debes llevar tu impulso simplemente en esas tres direcciones,
hasta que todo sea triplemente penetrado, conferido y alabado.
Es sencillo: hay microbios, hay terrores, hay zarzas ardientes.
Si no entiendes eso, mereces tu infelicidad.

Decreta que eres algo grande, algo bueno, algo curioso,
algo poemático, algo no monstruoso, algo humano. 
Por respeto a ti mismo no vivas como lo más bajo.
Saca de allí todos esos conceptos absolutamente inútiles.
Entonces verás gemas en el propio polvo que eres,
néctares en los cánceres de tus inacabables mendigos.
Tu mundo de pus será de pronto un lugar muy libre.
Deja que tu situación personal sea sin mácula. Descubre.  
Convierte tus demonios en estructuras y ondas de claridad.
Sin respeto por quien eres, no eres más que un homicida.

Luego tampoco es mala idea cortarse la cabeza, lavarla, 
pulirla, darla redondeada a los otros, a los tantos otros.
Arrástrate hasta los lugares donde viven tirándose pedradas.
Tu fuerza, tu arte, tu nivel consiste en crear vías, caminos:
que nadie sea agresor de lo animado y lo inanimado.
Derrítete globalmente sobre los pueblos para que no pasen frío.
Sin la cortesía del hidrógeno y tu vecino, no estarías aquí.

Por demás, aprende a no tener vergüenza de lo invisible.   
Y entonces serás un ser clásico, por los poderes vivos
del universo advertirás y entenderás el milagro de las arterias,
te postrarás ante los despertadores, los vínculos, las resonancias,
cantarás al gran vacío, al gran mástil ilimitado, la gran combustión.
No, de veras que no es mala idea ensuciarte en lo divino.
Maldita sea, ensúciate en lo divino, en los criterios inefables,
desaparecerán para siempre tus psicosis, tus crisis mediocres,
tus pastillas antidepresivas, tus desarraigos de media tarde.
Recuerda que no hay nada contestatario que no sea vertical.
Y por el amor de Dios, no seas tan idiota para confundir lo vertical
con la política objetiva y corporativa del aplastamiento.
Las reglas del juego son más imponentes de lo que parece.

Así pues: hacia adentro, hacia fuera, hacia arriba: todo junto.
La esencia del existir es un diamante hecho de tres diamantes,
pero esos tres diamantes son una misma plasticidad o fundamento,
una sola sangre luminosa en la noche incubada, molecular.  
Créeme cuando te lo digo: las tres voces son una misma puerta. 

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Maurice Echeverría ha publicado los libros de poemas Encierro y divagación en tres espacios y un anexo (Editorial X, 2001), y en formato blog los libros Plegarias Mutantes (Zanate, Guatemala, 2008), Setenta y dos ángeles tullidos (Zanate, Guatemala, 2008), La glándula infinita (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2008), Los poemas de Saffron Lane (Zanate, Guatemala, 2008), La oreja en tu mano (Zanate, Guatemala, 2009), y Zona 3 (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2010). Ganador del Premio Federico García Lorca de Poesía 2006, convocado por el Centro Cultural de España en Guatemala.
 

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