Nadie escribe acompañado.
No hay tal cosa
como una generación
literaria,
no existen las guerras
ni las posguerras.
Cuando
te sacaban
las uñas
con esas tenazas
estabas solo,
aunque podías
oir los gritos
y los otros gritos.
La escritura
es siempre una cosa
personal.
No se puede
escribir el relato
de la escritura.
Hay un camino
que se va haciendo
hacia atrás,
que se asustó
de ver la noche.
Hay algo así
como un espejo
en donde todos escupen.
Y más que una palabra
compartida,
hay algo
tibio
todavía
que todos
miramos,
y que queremos
cerquita,
como una especie de hermano
grande,
pero resulta
que siempre hay alguien
de menos
cuando sacamos
las cuentas.
La historia
ha borrado el poema.
Es la misma historia
de siempre.
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