y por ejemplo en vos
hay un culero,
un pobre culero, un cien veces cobarde,
una rata carmesí que se encoge
ante el anciano
de siempre y ante cualquiera.
Un culero
allí metido entre las glándulas
que no retumban, un culero
en su sudor disimulándose en la calle,
un contrario a los auténticos poetas
de paredón, los que no bajaron
los ojos ante nadie ni ante la noche,
un parásito de iglesias,
un criminal de su propio miedo.
Vos decís que no está allí,
pero siempre ha estado allí:
el indigno culero, y yo tengo el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario