Acostado
en
esta cama,
devastado
por la quimio,
delirando,
furioso, babeante,
aunque
de súbito golpeado
por
alguna lucidez,
intuyes lo siguiente:
que
alguien está a punto de nacer,
mientras
tú mismo estás a punto de morir.
Y
te resulta triste el cuadro en el muro,
triste
la pantalla (apagada) del televisor,
la
ventana que da hacia fuera,
hacia
un universo de fuerzas crepusculares
en
las cuales ya no participas.
Morirás
en este hospital,
entre
máquinas concretas,
comprendes.
Y
en aquel hermoso reino
de
heridas y de pájaros
ya
no serás bienvenido.
Mientras
exhalas,
una
mujer exhala:
otro
nace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario