El primero de noviembre es como otros tantos
primeros
Salvo que el viento silba entre los cráneos
de los gallos del sur,
Los ujieres y los burócratas cementerian
en los jardines del viento,
Abuelas difuntas compran coronas de
flores para difuntas abuelas,
Los pájaros buscan nido en una caja o en
un piano renunciado,
Y las familias se visten de familias, los
patriotas de patriotas.
El primero de noviembre es como otros tantos
primeros
Salvo que el viento afila los garfios de
los mareros rojos y blancos
Que perdieron la razón en su primer
combate en los rastros.
Alex escucha Beethoven, Gregorio va
ciego entre bramidos,
Otelo estrangula a Desdémona, rodeado de
mariachis sin lengua
Que llegaron en góndolas moradas, entre
altares de sombra.
El primero de noviembre es como otros tantos
primeros
Salvo que los niños se ponen una
corbatita para ir a un funeral,
Se autolustran los zapatos para volar los
barriletes torturados
De la tripa y la septicemia, y se
arreglan para ver a los jinetes
Caer acribillados y escucharlos decir
una sola cosa antes de morir:
Aquí está tu país; aquí está tu odio; aquí está tu
fiambre, maldito.
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