En
el car wash de la esquina
me
están lavando el carro.
Los
empleados intercambian
alegremente
sacadas de madre.
Un proceloso reggaetón
brota de la bocina ambigua.
Salgo,
mejor: me siento,
en
la entumecida banqueta.
Los
peatones, que no son huestes,
caminan, y los observo pasar,
a
veces los saludo con la mano.
Hay
sol, pero hay frío.
No tengo mensajes en el celular.
No tengo mensajes en el celular.
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