a Claudia
A.
Bellos y sinápticos,
nuestros tuits pueblan la muerte.
Son como pequeños discípulos
insinuando su furia.
Al poco mueren,
pero desgarrando lo duro,
con sus hociquitos,
sus dientecillos envigorizados.
Nuestros tuits mueren
con las botas puestas.
Otra cosa que nos gusta
es cómo dejan menudas
deposiciones de caca fluorescente
en la alfombra de los días.
Por algo los queremos.
Unos tuit son fríos y ateos.
Otros son lúdicos y como de espuma.
Eso no importa.
Lo que importa es
cómo van poblando la muerte,
cómo van colonizando ese espacio
vacío con sus cuerpecillos
de 140 caracteres,
y sus grandes genitales.
Piensen en eso por un momento.
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