Sobre
los edificios
sin nombre,
en terrazas
anónimas,
hay
sujetos
desconocidos
–extras
en la película
de la noche–
que lentamente
supuran,
sueñan
con mejores vidas,
con tiempos
menos banales,
menos mentirosos,
y ven el cielo,
a la hora
en que el smog duerme,
para dar su juramento.
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