El problema,
como yo lo veo,
como yo lo veo,
es que no hay en tus versos
algo unanimamente tuyo,
una fricción de veras personal.
¿Ese ritmo y ese fraseo
y ese tono
y esa moralidad
te pertenecen?
No.
¿Ese champagne vos lo orinaste?
De plano que no.
En la ventana abierta
de tu procesador de palabras
no hay nada
de veras surgido
de lo más hondo
de tu fluido cerebroespinal.
Por tanto es vicario y rutinario.
Así que bórralo.
Empieza de nuevo.
Ve al centro de tu propio insecto de palabras,
y desde allí di lo que tengas que decir.
Nadie podrá copiártelo.
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