Nada puede bloquear el flow


Nada puede bloquear el flow,
porque incluso el bloqueo y lo bloqueado
y lo bloqueante son el flow.

No hay una costa en donde el agua expira;
todo es líquido, oscuro y luminoso.

Incluso los campos de concentración están hechos de flow.
Los neo–cons son flow.
Los ojos cosidos a la sangre son el flow puro.

No hay un solo lugar en donde el todo no exista,
no hay un solo rincón ausente.

Imposible caminar hacia la totalidad:
lo único que podemos hacer es caminar en ella y como ella.

Lo sellado es siempre lo abierto.

Si recordamos o no recordamos, da lo mismo.

Si sabemos o no, da igual,
porque el conocimiento no es requisito de eso que es.

Todo se está ecualizando, de acuerdo a la química y los vectores.

Todo arde necesariamente.

La elipsis es posible, pero burocrática.

¿Para qué cargar este pesado manto de interpretaciones?

No hace falta otro templo de párpados, otra ceremonia más.

No hay por qué cruzar el lago. 

La realidad es demasiado transparente;
no requiere ser calibrada, sanada, ni trascendida. 

Las canciones de redención son redundantes.

Los procesos son pérdidas de tiempo.

Tu relato no aporta ni quita nada a la salvación completa.

Tus buenas intenciones son como ondas en la nada. 

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Maurice Echeverría ha publicado los libros de poemas Encierro y divagación en tres espacios y un anexo (Editorial X, 2001), y en formato blog los libros Plegarias Mutantes (Zanate, Guatemala, 2008), Setenta y dos ángeles tullidos (Zanate, Guatemala, 2008), La glándula infinita (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2008), Los poemas de Saffron Lane (Zanate, Guatemala, 2008), La oreja en tu mano (Zanate, Guatemala, 2009), y Zona 3 (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2010). Ganador del Premio Federico García Lorca de Poesía 2006, convocado por el Centro Cultural de España en Guatemala.
 

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