No tengo otra cosa
que dar a los seres–madre
que mi palabra
y mi silencio.
Fui:
patriarca,
payaso,
cuidador
de tumbas,
ángel
en los desiertos.
Fui muchas
cosas y fui otras.
Repartidor de flores.
Conserje en el hotel
de los fantasmas.
Árabe de las guerrillas.
Reloj despertador.
Padrino cien veces.
¿No me vieron
extraer pacientemente
el agua de la sangre?
¿No es cierto
que compré corbatas
para los hombres de negocios?
¿No llevé rones
a los desesperados?
¿No barrí los patios
en donde se acumulaban
los ceniceros?
Pero mi verdadero
talento es callar y es decir.
Mi maestro me dijo:
no digas nada, habla.
Y eso he venido
haciendo: conversar
con los beduinos,
y si estoy de humor
con los turistas.
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