Cada año voy a los cumpleaños de
mis sobrinos y sobrinas, y mis sobrinos
y sobrinas, antes rudimentarios,
infantes tanteando la noche de lo indiferenciado,
ahora son ya seres humanos
completamente individuales,
con un recorrido personal y con sus dramas
y sus pies de página, entes por decirlo así
tecnificados, y da como tristeza ver
cómo las piñatas rotas se van acumulando
en la parte de atrás de una casa que está
en la parte de atrás de un instante
que sólo yo, como un loco, recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario