Nos
dijeron que la vida era linda:
linda,
pulsante, vitaminada, digna.
También
nos dijeron que la vida
hundiría
en nosotros sus dientes,
nos
sacaría fantásticos gritos.
Y qué
emocionados estábamos
ante la
perspectiva de reír–llorar.
¡Tantas
nubes–espinas carniceras!
¿Era
para tanto? ¿Era para tanto?
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