No somos más que linfa.
Estamos llenos de linfa. Hemos trascendido los saltos adaptativos. Tal
es la prognosis.
Somos caciques en
agonía, viejos galeotes cancerados. Congelados como riñones monstruosos en esquinas sin ciudad. Trozos de gigantescas moscas se adhieren a nuestras arcaicas maletas, que también están llenas de linfa y de carroña, y han ido a dar a los búnkeres derretidos, junto a los ángeles que ya no quieren persuadir a
nadie.
Nuestra ética consiste en vomitar grumos blandos de leche, no reivindicar nada, no ejecutar, ver los viejos altares larvarse de hongos. Los ancianos se preservan bien en esta sustancia. Los dientes han perdido su función.
Nuestra ética consiste en vomitar grumos blandos de leche, no reivindicar nada, no ejecutar, ver los viejos altares larvarse de hongos. Los ancianos se preservan bien en esta sustancia. Los dientes han perdido su función.
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