¿Cuántas
veces
–miles
de veces–
has enfermado
ya en vida,
amigo mío?
Cuenta
los escupitajos
amarillentos,
dolores abdominales,
las otras fiebres.
Cuenta
las manchas
nada prestigiosas,
los órganos
dolientes,
las excreciones
violentas,
el pus imperdonable?
el pus imperdonable?
A
ratos
fue la psicosis,
fueron los cien nervios,
aullando.
Y fue
el pulmón
inane,
el tierno
cáncer
linfático.
A
lo mejor
se paralizó
tu rostro
ante el espejo,
y sangraste
en la noche
por un agujero.
Esto
es
la vida,
amigo:
esto blanco
y degenerado
es la vida.
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