Tomemos lo que nos corresponde, el universo,
y sus proas, sus galaxias desatadas.
No
hace falta ir por la vida sufriendo, viendo chiquito.
Los
erizos son los juguetes de los idiotas,
los
mismos que van su banderita de la patria en el carro.
Los
que se acomodan en la pequeña esquina,
sin
asomarse al abismo nacarado de las cosas flotantes,
qué
pena dan los no amigos del oro artístico de la vida.
No
es cuestión de billete. Es cuestión de elevarse.
De
ver cómo ya todo está preparado
para
los que se revuelven con la vida, los confiantes.
No
hay canas. Todo te quiere.
Vos,
que remachás armando relojes,
posesionador
de preocupaciones, dáte cuenta:
la
joya la tenés incrustada en la mano.
Ponéte
cómodo. Ya relajáte.
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