la
de la poesía,
en
27 letras tanto cadáver.
Como
una puerta a ningún lado,
nadie
pagará a nadie la cuenta del hospital
por
haber escrito a veces lo decente.
Cada
uno de esos
tontos
poemas
un
engranaje
pertenecido
al vasto reloj de la nada,
vacío
de consuelo duradero,
hechura
de un vago
en
los pleamares de lo no pragmático.
Poetas
mancillados
buenos
solo para las cunetas,
en
donde los abogados les romperán
las
dentaduras de plata vieja.
Sólo
respetados
en
el perro después,
en
tan toscos libros de texto,
ay
locos en las calles enucleadas,
perdedores
con esa sola
cosa
y dádiva del talento,
que
se pierde siempre entre tanto carro.
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