Diciembre es un montón de camas
y en cada cama un edificio
y un respirador artificial.
Diciembre y las cosas de la vida
y otras más adicionales,
como comprar regalos,
como enterrar alguna de nuestras
huellas digitales en el jardín de atrás.
Es así, no hay nada
qué hacer, yo no creo
sino en lo simple y lo simple
es un latido dándole su lugar
a otro latido, con esa decencia
propia de los latidos, ya saben.
Se acaba el 2010.
Diciembre: hígados
sobre los carros repletos
de jingles comerciales.
de jingles comerciales.
Vamos dejando la integridad
en los malls,
las tarjetas de crédito
nos acreditan como profesionales
de lo superfluo, venimos de diciembre
y a diciembre vamos, nos faltan gónadas
y golondrinas, nos faltan calles
en donde vomitar sin pena.
Nos juntaremos con nuestros padres,
con nuestras hermanas, con nuestras historias.
Será lindo y repugnante.
Tomando lanzoprazol viendo los atardeceres laicos.
Los atardeceres, que se ríen, sin oficio.
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