Se me olvida

Se me olvida lo distinto que son mis uñas,
se me olvida que sostengo en alto
una copa con fluidos de riñón iluminado,
se me olvida que tengo el don de hacer sentir mal
a las madres que saben que no soy de fiar
y se llevan a sus hijos lejos de mí
y eso es porque se me olvida que el mundo
funciona de cierta manera, que no es expansivo,
y suelo olvidarme que de mi verga erecta nacen
pavesas cósmicas, se me olvida a menudo
que soy una divinidad y por eso me tiran piedras
y se me olvida, es cierto, se me olvida que soy
un indigente, que no tengo currículum
y que la oscuridad se manifiesta cuando camino
en la calle y se me olvida que la luna me ama
neuróticamente y se me olvida a veces
que mi casa no está hecha de blocks o ladrillos
sino de pequeños cachorros degollados,
se me olvida que mi cuerpo necesita hidratarse,
que mi mente sangra cuando piensa, que soy un ay
sin límites y que haga lo que haga –y siempre
estoy haciendo algo– siempre soy el príncipe susurrante
con un cuchillo de muerte en su zurda mano,
y se me olvida que de canto están hechas mis venas
y se me olvida que soy un ser olvidable.