Hay un lugar para los buses muertos

Hay un lugar para los buses muertos.

Hay en lo lejos
un lugar
entre árboles
blancos
para todos esos buses que perdieron
los frenos en los tramos dormidos,
chocando contra lo crujido de la noche.

Es un lugar, sí, lejano,
largo, lejano,
y allí están esos buses muertos,
como grandes esculturas de metal
o barcos en retiro,
y los muertos buses y sus muertos
conviven allí,
y tienen picnics bajo el sol
lúcido.

Quienes han estado en semejante sitio
saben que es, de hecho,
muy hermoso,

y que allí no existe la velocidad
ni existen los accidentes

(un útero
para lo desgarrado,

para el óxido
nihilista,

para la sangre sin culpa)

saben y han visto, sí,
  
las plantas,
las vegetaciones lentas

saliendo,
tiernas y gloriosas,

de las diez mil ventanas vacías.

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Maurice Echeverría ha publicado los libros de poemas Encierro y divagación en tres espacios y un anexo (Editorial X, 2001), y en formato blog los libros Plegarias Mutantes (Zanate, Guatemala, 2008), Setenta y dos ángeles tullidos (Zanate, Guatemala, 2008), La glándula infinita (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2008), Los poemas de Saffron Lane (Zanate, Guatemala, 2008), La oreja en tu mano (Zanate, Guatemala, 2009), y Zona 3 (obra en progreso, Zanate, Guatemala, 2010). Ganador del Premio Federico García Lorca de Poesía 2006, convocado por el Centro Cultural de España en Guatemala.
 

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